domingo, 8 de noviembre de 2009

relacionandoNOs


Los hechos se suceden, las cosas cambian tanto para bien como para mal ¿quién sabe lo que puede ocurrir? ¿Quién tiene certezas? ¿Quién se atreve a decir que lo sabe todo, que tiene todo claro? La claridad de las ideas es un hecho tan abstracto que tan solo pensarlo dispara miles de temas, y la forma en la que nos relacionamos es lo que más llama mi atención.

Los caminos de las personas se entrecruzan como si nada, basta una decisión para ver si tomar éste o el otro.

Aclarar, ¿aclarar qué? Nadie suele saber lo que quiere hasta que se encuentra ante distintas circunstancias y debe poner en juego lo que quiere, lo que sabe, lo que siente, lo que deja de sentir. Encuentros y desencuentros, caos y tranquilidad, a lo que se está dispuesto y ante qué motivos… que raro ¿no? Qué raro lo que se dá con y entre las personas. Somos tan parecidos pero tan distintos a la vez. De pequeños suelen decirnos que somos únicos, y es tan cierto.

Muchas veces ocurre que creemos conocernos, incluso sucede que creemos conocernos a nosotros mismos pero puede que estemos errados. Las personas crecemos, maduramos, cambiamos, es algo normal, casi natural. La maduración es algo clave en el desarrollo de nuestras vidas, pero a veces es tomada como un arma de doble filo ya que para algunos de los seres que nos rodean el hecho de que actitudes, pensamientos o ideas se vean modificadas resulta chocante y hasta hiriente: “cambiaste, ya no sos vos” y sí sos vos, nunca vas a dejar de serlo. Y ésa persona que te dijo lo que te dijo también ha modificado cuestiones de su vida y personalidad pero no puede verlo. ¿qué es lo que genera miedo del cambio? ¿por qué hay temores? ¿Por qué esas sensaciones suelen transformarse en una queja y en otros casos en un hecho aceptado y casi felicitado?

Es difícil entender como nos tratamos entre nosotros, con quienes podemos o nos damos la oportunidad de hablar y con quienes no, con quienes creemos haber creado cierto vínculo, a quienes no nos acercaríamos. Todos somos distintos y desconocidos.
Los conflictos son algo casi cotidiano que modifica o varía nuestro humor y el de los demás, es casi inevitable entrar a esa zona, a la zona conflictiva (yo la llamo así). Pero también creo que es allí donde ocurren los hechos que pueden modificar como nos comportamos, como actuamos, ante que reaccionamos, entre otras tantas cosas, y poner en juego si vale la pena o no.

Las ideas van y vienen en mi cabeza que no deja de llevarme a sitios en el pasado viajando a través de mi memoria. Lugares tan cálidos algunos, y otros tan fríos… mezclamos siempre lo que nos pasa con lo que pasó en cierto momento, las relaciones con los otros a veces resultan tan sencillas y en otros momentos tan complicadas.
Suelo atesorar en mi mente palabras empleadas por las personas que más aprecio o que en algún momento han dicho lo justo. Una de las que más tengo en mi mente es: “tenés que cuidarte y estar bien vos, si no lo haces, nadie va a hacerlo por vos”. Palabras tan sencillas y tan indicadas para protegernos del daño que puede ocasionar relacionarnos con otras personas, pero parece que hay que ser precavido y manejarse con cierta prudencia. Lo he hecho, me he manejado así, pero no haciéndole el caso que merecía una de las palabras que estaba en esa oración: “vos”. ¿Vos? Sí, vos. Vos soy yo, ¿no? Sí, soy yo.

Las confusiones en las relaciones personales llevan a lugares extraños que probablemente no se debió ir, mi camino sigue siendo el mismo, recorrer mi vida buscando el equilibrio justo que me haga bien y felíz, ¿y el tuyo?

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